Muros, muros, muros... (Juan José Deliberto)
El mundo discute hoy sobre levantamientos de distintos muros, tanto visibles (muro en la frontera México- EEUU como invisibles, que propone el gobierno norteamericano, y viene a la memoria la caída del muro de Berlín en 1989 mientras aparecen otros muros en vigencia en diversas partes del planeta: Marruecos y el Sáhara Occidental desde 1987; Guantánamo del resto de Cuba, desde 1959; reforzando fronteras entre países, como entre Corea del Norte y Corea del Sur desde 1953; India y Pakistán desde los 80; Israel y Siria e Israel y Líbano desde 1967; Sudáfrica y Zimbabue desde 1984, Sudáfrica con Mozambique desde 1975. Israel de Cisjordania -levantado en 2002, y todavía sin terminar- Israel de Gaza -construido en 2005; Estados Unidos y México, iniciado en 2006 y aún en marcha.
Hoy son más de 70 en la actualidad.
Élisabeth Vallet que investiga desde hace años la proliferación de muros y verjas en el mundo dice: «La mundalización inició un proceso de desindustrialización que ha generado desigualdades, y la población tiene sentimiento de vulnerabilidad». Por ello, «se instaló una especie de miedo, que fue alimentado por el 11 de septiembre, y ha habido un repliegue al interior de las fronteras, por una especie de crispación identitaria».
Efectivamente, la intención de las elites del poder y su mensaje a través de los grandes conglomerados mediáticos, han centrado el debate sobre los muros fronterizos de hormigón.
Pero debemos revisar y discutir sobre la existencia de otros muros que van consolidando y afectando nuestra vida cotidiana, como el muro de la altísima concentración del poder y la riqueza en muy pocas manos generando cada vez más desigualdad en el mundo; el muro del consecuente deterioro de la democracia porque la política refleja el mismo orden que lo económico; el muro del acelerado descontrol del cambio climático que incide sobre todo el planeta con la complicidad de las grandes multinacionales comerciales y financieras; el muro que construye día a día la (in) justicia que mira y no ve como dice León.
Y a nivel local nacional también existen otros muros que expresan un modelo social de vida, el de Los barrios privados: segregación social y fragmentación urbana; el de los countries: de la argentina prebendaria y terrateniente; el muro que aparece cuando se privatizan los espacios y actividades públicos; el muro de los guetos de las villas miserias, muchos pobres en la orilla a punto de caer; el del ajuste sobre los más débiles, trabajadores, jubilados, etc; el muro de la desigualdad de clase, género, etc que se traduce en injusticia; el de la inseguridad: que refleja un determinado estado de las cosas; también el muro de la mala educación, no se enseña a pensar ni reflexionar sobre nuestra compleja realidad; el de las corporaciones, políticas, gremiales, empresariales, religiosas, etc, y sus privilegios; y sobre todo el muro de la violencia: presente en todas partes.
Asimismo también deberíamos observar nuestro propio muro, construido con numerosos ladrillos, de intolerancia: sólo mi verdad es la que vale; de discriminación, afuera lo diferente; de la hipocresía social: la doble moral, haz lo que yo digo...;de indiferencia social: poco me importan los otros; del individualismo feroz, sólo yo y después yo; el ladrillo de la adicción a las nuevas tecnologías, que produce víctimas de nuevas formas de manipulación masiva; el ladrillo del autoritarismo: siempre sostenido por el uso de la fuerza.
Entonces, cabe preguntarse: ¿Cómo se podría derribar toda esta construcción?, quizás, abriéndonos al mundo: tan sólo escuchando al otro, poniéndonos en el lugar de ese otro.
Y parafraseando a Roger Waters: intentemos no ser otro ladrillo más en el muro de los que dividen al mundo.
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